La importancia de elegir un nombre

Sé escucha y se ve. Porque nombrar las cosas consiste en eso, en la identidad verbal que después pasará a la identidad gráfica. Cada marca, cada producto, cada persona tiene un nombre. Algo que nos marcará toda la vida, sea largo o corto, fácil o complicado… No es igual llamarte Mr. Proper que Don Limpio. Este producto de Procter & Gamble es un buen ejemplo de la complejidad de nombrar las cosas, un mismo producto que convive en un mundo pero que en cada país tiene un nombre adaptado a cada territorio: Mister Clean en USA, Meister Proper en Alemania, Monsieur Propre en Francia… En España Don Limpio, pero no fue así desde el principio, al gigante de bienes de consumo P&G le pareció ridículo aterrizar así en nuestro país y viendo la buena acogida que tuvo el producto en nuestro país vecino hicieron una adaptación que duró 8 años, seguramente muchos aún recordarán a Mr. Proper, hoy Don Limpio en los lineales de los supermercados.

Cuando se construye una marca, primero se define el tipo de marca que quieres ser, después viene la propuesta de valor y el naming sería el siguiente paso, y decimos sería porque muchas marcas tiene el nombre claro antes de todo. Nombres familiares como el de Grupo Leche Pascual empresa fundada por Tomás Pascual o la propia P&G, creada por dos europeos establecidos en Estados Unidos y que pusieron sus apellidos a la marca: William Procter y James Gamble. También tenemos casos curiosos como el de IKEA, el gigante de los muebles para todos debe su nombre a tres cosas, al fundador Ingvar Kamprad, a la casa de campo de su padre, Elmtaryd y a su pueblo, Agunnaryd. O acrónimos más “justificados”, como el caso de KLM, que son las siglas de Compañía Real de Aviación en neerlandés Koninklijke Luchtvaart Maatschappij. O de fusiones de varias marcas como las siglas BBVA, que proviene de Banco de Bilbao y el Banco de Vizcaya, al que se le unió una década después Argentaria, convirtiéndose en el segundo banco más importante de España.

Siguiendo con nombres curiosos y pensando en lo relevante que puede ser la elección para una marca tenemos el caso de Apple. Llamar manzana a una empresa que ha llegado a ser uno de los grandes en el mundo tecnológico no parece lo más sensato… ¿o sí?. La empresa fundada por Steve Jobs y Steve Wozniak en 1976 empezó en un garaje a producir equipos electrónicos y de software para ‘competir’ con Microsoft. Respecto a la procedencia del naming del gigante de la manzana mordida hay miles de historias, desde que era un homenaje a Newton, a si lo decidió Jobs tras ver un huerto de manzanos y le pareció más amigable que computer, también se dice que era porque aparecería en el listín telefónico (en aquella época muy usado) delante de Atari, una de sus marcas referentes y con la que compartían experiencias, y una opción que parece más creíble, la de homenajear a Alan Turing, un gurú de la inteligencia artificial que se suicido mordiendo una manzana envenenada con cianuro.

Te llames Apple, IKEA, Procter & Gamble, Mercadona (mezcla de mercado y mujer en valenciano), BBVA, Santander, Grupo Leche Pascual o Don Limpio, lo más importante es tener claro que marca quieres ser, que producto ofreces y que quieres significar en la mente de las personas, si trabajas la propuesta de valor te será más fácil construir una marca, algo que muchos hacen inconscientemente dejando a los demás que la construyan por ellos.

Y tú ¿cómo dices que te llamas?

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