Atrás dejamos el 2020, el año de la pandemia, con una crisis global en lo social y en lo económico, una crisis de la que aún no sabemos su verdadero impacto pero que todos de una manera u otra hemos sentido y sufrido. Y empezamos el 2021, un nuevo año lleno de ilusión donde esperamos que todo vuelva a la ‘normalidad’. Y también, como cada año que comienza, llegan los propósitos: aprender un idioma, ir al gimnasio, estudiar, cambiar de trabajo, etcétera. Las marcas son como personas, de hecho, lo son, personas que hacen lo que hacen por y para personas.
Dicho esto, cada año (o cierto tiempo) una marca se debe redefinir, los tiempos cambian con pandemia o sin ella. Para hacerlo, uno debe mirar hacia el interior de uno mismo, valorar lo que se ha conseguido y lo que no, ponerse nuevos retos y proyectar hacia afuera los nuevos propósitos. Una revisión de la visión (a donde nos dirigimos y definir que queremos conseguir como marca para los demás) y misión (por qué hacemos lo que hacemos cada día) nos servirá de guía. También es un buen plan valorar si los territorios que estamos ocupando son los correctos y nos ayudan en la construcción de nuestro posicionamiento, tanto si éste ha cambiado como si no, ya que puede que algún competidor esté ocupando una estrategia parecida o puede que haya un mejor espacio competitivo que nos haga más fuertes.
Atrás dejamos un año malo que también tuvo algunas cosas buenas, por ejemplo tiempo, tiempo para la reflexión. Los jóvenes han invertido este tiempo en mirar al futuro, ponerse objetivos, pensar que caminos deben recorrer para conseguirlos pero sobretodo, que cosas valorar más, las que tienen importancia en su vida. Esto es lo que toda marca debería hacer, plantearse realmente que queremos conseguir, cómo lo vamos hacer y por encima de todo, para quién lo hacemos.
En fin, o digamos en principio ¿por dónde empezamos? Feliz 2021.