Ni es la primera vez, ni será la última que lo leas en este blog, una marca es todo y todo es marca. Si buscamos en internet qué es una marca podemos encontrar infinidad de definiciones y acepciones, desde la típica la marca es una idea en la mente del consumidor (personas), hasta la marca es una promesa (que debemos cumplir), la marca es un sello (identidad) que genera preferencia y nos diferencia de la competencia, etc.
Al final, una marca es una propuesta de valor, una propuesta que hay que definir, reflejar en un documento y compartir con todos los grupos de interés que tienen interacción con la marca, desde proveedores a trabajadores pasando por directivos, departamentos comerciales, de comunicación, de marketing, etc. Todos deben saber de su existencia y conocimiento, ya que cualquier contacto con la marca debe responder al posicionamiento definido, a la pregunta qué queremos ser y cómo lo vamos a conseguir.
Este manifiesto es esencial para crear una marca adecuadamente, un documento que nos exprese los valores y atributos de la marca, cuáles son y porque nos representan. Sin éste trabajo previo, la construcción de un significado poderoso y relevante para nuestra audiencia puede resultar en bano, pues la creación de una marca lleva tiempo y la constancia es una de las claves, así como tener clara una visión y objetivos a cumplir.
Como en todo proceso que se precie, antes de andar hay que plantearse dónde se quiere llegar y por qué, siempre podemos estar abiertos a pivotar en otras direcciones, pero empezar definiendo unas bases es el principio para poder conseguir una marca con un fuerte significado, relevante y sobre todo, duradera. No es un camino fácil, pero todo es empezar, y lo primero es crear el manifiesto de la marca.