Cuándo estudias diseño, lo primero que te mandan es pasar muchas horas en la biblioteca, a buscar y analizar muchas marcas, saber como se han diseñado, como usan el color, como se aplica el diseño a diferentes aplicaciones y formatos, no es lo mismo que se vaya a imprimir en papel a que vaya a ser digital o que sea para un corpóreo o reproducir en alguna pieza, por ejemplo en el volante de un coche si es una marca automovilística…
Todo esto le hace a uno entender mejor este mundo del diseño de marcas y el branding, a educar al ojo visualmente, a detectar detalles que probablemente nadie aprecia pero que el ojo si llega a percibir. Además a nivel de producción hay muchas cosas que por sencillas que parezcan se deben cuidar, por ejemplo, una versión de la marca para tamaños reducidos.
Y uno de los principios básicos en el diseño de marcas y que hoy en día todavía se debería aplicar, es que el diseño de una identidad gráfica debe funcionar en blanco y negro. Parece simple pero si un diseño funciona en negativo y positivo no te dará problemas de productividad, es evidente que ya no estamos en la era de los fotolitos, eso quedó para el romanticismo de los diseñadores veteranos, los procesos actuales son digitales y ofrecen muchas más posibilidades, se ha llegado a denominar como la tercera revolución industrial, pero esta norma no escrita del blanco y negro es vital hoy y lo será en el futuro.
Hay más normas que se deben definir como el test de reducción, anteriormente mencionado para cuando una marca deba aplicarse en pequeñas dimensiones (en un bolígrafo por ejemplo), además de las diferentes versiones de la marca: horizontal, vertical, solo logotipo, solo símbolo, su convivencia con otras marcas, área de respeto, uso de los colores, tipografías, etc.
En fin, muchas cosas y todas deben cuidarse, cada detalle cuenta. Eso nos lo enseñaron bien en la escuela de diseño año tras año, desde primero de carrera.